
¿Regatear a cualquier precio? Por qué es imprescindible contar con un negociador profesional.
1. El jardín debería convertirse en una plaza de aparcamiento
Quien tiene un jardín sabe cuánto tiempo y esfuerzo puede costar el mantenimiento de un espacio verde. Por eso es aún peor cuando un comprador potencial critica el rosal que tanto cariño le ha costar cultivar al visitar la casa. «El parterre es feo, sería mejor convertirlo en una plaza de aparcamiento». Por supuesto, el comprador puede hacer lo que quiera después de la compra. Sin embargo, un comentario así es poco acertado si conduce a la ruptura de la negociación. El agente inmobiliario es el mediador perfecto en este caso. Como persona neutral, puede mediar entre las emociones, los gustos y las perspectivas. ¿Se pueden llevar a cabo las ideas del posible comprador y cuánto costaría?
2. El cuarto de baño: insatisfacción con los azulejos
Las baldosas suelen ser una cuestión de gustos. Y no todos los comparten. Las baldosas italianas que el vendedor encuentra preciosas y que le traen recuerdos de sus vacaciones pueden parecer horribles a una persona ajena. lo mismo ocurre con el estado de los azulejos. Por ejemplo, cuando las juntas ya no están impecables. Los compradores tienden a exagerar los defectos. Si el comprador desea azulejos nuevos debido al estado de desgaste y afirma que la instalación de azulejos nuevos le costaría 5000 euros, un agente inmobiliario puede, por un lado, evaluar si el gasto es realista basándose en su experiencia. Por otro lado, es más probable que se llegue a un acuerdo si la medida de rehabilitación mejora el valor de la vivienda. Si el vendedor se hace cargo de la rehabilitación o participa en ella, se tendrá que rebajar menos el precio. Los agentes inmobiliarios, en su papel de mediadores, a menudo pueden crear una situación en la que todas las partes salen ganando.
3. Electrónica
Otra razón para los defectos o las críticas al inmueble es, aunque parezca increíble, la caja de fusibles. Las casas de los años 70 u 80 no suelen disponer de un interruptor de protección personal, que sin embargo es obligatorio desde hace muchos años y debe estar presente en todas las cajas de fusibles.
Cuando los interesados en la compra se dan cuenta de ello, se suele argumentar que todo debe ser renovado por un electricista, lo que supone un gran gasto. El experto inmobiliario también está preparado para estos casos y consultaría a un electricista antes de la visita.
Así, si el comprador potencial dice: «Aquí hay que renovarlo todo», el agente inmobiliario puede presentarle un presupuesto concreto del electricista y decirle qué es lo que hay que hacer exactamente. En este ejemplo, la instalación de la caja de seguridad costaría unos 1000 euros.
Conclusión: un agente inmobiliario sabe por su experiencia de muchos años qué aspectos problemáticos busca especialmente un comprador potencial y, en estos casos, sabe encontrar las palabras adecuadas y asegurarse de que ambas partes queden satisfechas al final.
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