Una rehabilitación suele ser costosa, pero puede merecer la pena si se vende el inmueble por un precio más alto. Depende de cada caso concreto y debe ser evaluado previamente por un profesional.
El certificado energético documenta de forma resumida el estándar energético de una vivienda, es decir, cuánta energía consume. Esto se representa de forma simplificada mediante las clases de eficiencia energética. La escala va desde la clase A+, que corresponde a un consumo muy bueno, hasta la clase H, que indica un consumo energético muy elevado. Además, se incluye información general sobre el edificio, como el año de construcción y el tipo de calefacción, por ejemplo, gasóleo o gas.
Elaboración del certificado energético
A la hora de elaborarlo, hay que prestar atención a quién lo hace. En Internet hay muchas ofertas económicas, pero hay que tener cuidado, ya que la calidad suele ser deficiente. Lo más seguro es que se deje asesorar. Gracias a su larga experiencia, los expertos inmobiliarios saben quién puede expedirle un certificado energético adecuado. Por lo general, se trata de profesionales cualificados y autorizados, como arquitectos, ingenieros, maestros artesanos con la formación adicional correspondiente o asesores energéticos. Debe prestar atención a la independencia de los asesores. En la Oficina Federal de Control de Exportaciones (BAFA), el grupo bancario KfW o la Agencia Alemana de Energía (dena) encontrará listas de expertos independientes y cualificados.
Diferencia entre certificado de demanda energética y certificado de eficiencia energética
Hay dos tipos de certificados energéticos. El certificado de demanda y el certificado de consumo. La diferencia entre el certificado de consumo y el certificado de demanda se puede recordar con este pequeño truco mnemotécnico: el certificado de demanda requiere un cálculo. Y uno que no se base en valores de consumo. Esto suele ser el caso en proyectos de nueva construcción. El consumo energético futuro debe determinarse en la fase de planificación mediante un complejo cálculo. Para ello se tienen en cuenta todos los factores, como el aislamiento de las paredes exteriores, las clases energéticas de las ventanas y la tecnología de calefacción. Pero también influyen la ubicación del edificio y la forma de la construcción. La base teórica de este cálculo es siempre la misma, para que los valores energéticos de los edificios sean objetivamente comparables. No obstante, estos valores deben considerarse con cautela, ya que no tienen en cuenta los hábitos de calefacción ni el consumo energético típico de un hogar.
Los valores de consumo reales de un hogar son siempre individuales y dependen de la zona de confort en la que se sientan cómodos sus habitantes. Quienes disfrutan de duchas largas y les gusta estar en su casa a una temperatura agradable de 24 grados centígrados, naturalmente tienen un balance energético peor que aquellos consumidores que apagan la calefacción regularmente cuando salen de casa.
Por lo tanto, lo decisivo es el uso de la calefacción y el agua caliente. El certificado de consumo indica la energía realmente consumida en una vivienda midiendo el consumo real. Se calcula a partir de los datos de la calefacción y el agua caliente. Ambos se expresan en kilovatios hora al año por metro cuadrado de superficie útil del edificio. La base para el cálculo suelen ser las facturas de calefacción de los últimos tres años. El certificado de consumo no es tan significativo como el certificado de demanda, pero es más barato de elaborar.
El certificado energético es la ficha técnica de un edificio residencial: muestra de forma transparente la eficiencia energética
Los certificados energéticos permiten comparar inmuebles: todas las personas que desean comprar o alquilar una vivienda deben poder saber qué consumo y qué costes energéticos les esperan.
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